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La función de los edulcorantes de bajas calorías en la prevención y el manejo del sobrepeso y la obesidad

Una reciente revisión publicada en la revista Proceedings of the Nutrition Society analizó los resultados de estudios de intervención a fin de determinar si las declaraciones que socavan la teoría de que los edulcorantes de bajas calorías afectan la ingesta de calorías y, por lo tanto, el peso corporal, están fundamentadas científicamente. [Peter J. Rogers, Universidad de Bristol] Rogers proporciona una breve revisión del sabor dulce y tres hipótesis que han dado lugar a afirmaciones de que los edulcorantes de bajas calorías podrían no ser beneficiosas para el aumento de peso. Si bien la preferencia por los sabores dulces es innata, la función del gusto por lo dulce de los seres humanos es menos clara. Algunos proponen la hipótesis de que la preferencia de los neonatos por lo dulce garantiza una ingesta adecuada, si bien no queda claro por qué la preferencia por los nutrientes con mayor densidad calórica no es primaria.  Los esfuerzos por tener un mejor entendimiento sobre el sabor dulce se han valido de varios compuestos dulces, mientras que otros estudios han explorado la relación entre el sabor dulce y la ingesta alimentaria, basándose en tres hipótesis:

  • Los edulcorantes de bajas calorías interfieren en el control de la ingesta de energía (hipótesis de confusión por el sabor dulce);
  • la exposición a sabores dulces aumenta el deseo de consumirlos (hipótesis del antojo por lo dulce);
  • los consumidores podrían sobrecompensar conscientemente las calorías que se “ahorraron” cuando saben que consumen edulcorantes de bajas calorías (hipótesis de sobrecompensación consciente).

Rogers revisa la evidencia de estudios en humanos, animales y metanálisis, y declara: “Los metanálisis recientes de estudios controlados, aleatorizados, condensados y de largo plazo, con participantes humanos hallaron evidencia clara de que el consumo de edulcorantes de bajas calorías, en comparación con el consumo de azúcar, efectivamente reduce la ingesta de energía y el peso corporal”. Estudios de laboratorio han mostrado que los adultos y los niños, de hecho, consumen más calorías en las comidas de prueba luego de consumir edulcorantes de bajas calorías, que después de consumir una precarga de azúcar. Sin embargo, la ingesta total de la precarga y la comida es menor cuando las personas consumen edulcorantes de bajas calorías que cuando consumen azúcares. Debido a que los estudios de laboratorio podrían no dar resultados similares a los producidos en situaciones “reales”, también realizaron estudios de largo plazo y mostraron que el tamaño del efecto de los edulcorantes de bajas calorías en comparación con azúcar es de −1·41 (IC del 95 % −2·62, −0·20) kg en los adultos y de −1·02 (IC del 95 % −1·52, −0·52) kg en los niños. Los estudios prospectivos tampoco muestran ninguna asociación general entre el consumo de edulcorantes de bajas calorías y el peso corporal, aunque cabe notar que la causalidad inversa puede ser evidente en algunos estudios con efecto. Por último, estudios con roedores han mostrado que los edulcorantes de bajas calorías redujeron el peso o no tuvieron ningún efecto en ratas y ratones.

Al revisar los estudios con animales que se realizaron para determinar si los edulcorantes de bajas calorías interferían en el control aprendido de la ingesta de energía, Rogers señala que los hallazgos de los primeros estudios no se reprodujeron y que los resultados contradicen la hipótesis de confusión de sabores. Además, señala un problema con el razonamiento de que el sabor dulce podría ser una guía útil para el control de la ingesta de energía porque el nivel de dulzura no predice de manera confiable el contenido energético de los distintos alimentos y bebidas de la dieta humana.

Por último, Rogers evaluó la evidencia de que las personas podrían sobrecompensar y consumir más calorías de las que se “ahorraron” al consumir un producto con edulcorantes de bajas calorías, en comparación con un producto con azúcar. Señala que se realizaron estudios de laboratorio de corta duración para reducir el riesgo de que las personas pudieran distinguir los productos endulzados con edulcorantes de bajas calorías de los endulzados con azúcar. Esto difiere de situaciones reales en las cuales los consumidores probablemente sean conscientes de que están consumiendo un producto de relativamente bajo aporte energético. El autor declara: “En resumen, hay poca evidencia de compensación consciente por el consumo de edulcorantes de bajas calorías”. Sin embargo, en los estudios no se han modelado todos los usos diarios de los edulcorantes de bajas calorías. Por ejemplo, aunque pueda haber poco o nada de compensación consciente cuando se sustituyen azúcares con edulcorantes de bajas calorías como parte de una dieta para bajar de peso con conteo de calorías, puede producirse una compensación o una sobrecompensación cuando se usa la opción de edulcorantes de bajas calorías como excusa para permitirse un alimento. Por último, puede descartarse la compensación consciente como influencia en la ingesta general de energía si los consumidores no saben que están consumiendo edulcorantes de bajas calorías.

Rogers llegó a las siguientes conclusiones respecto a cada una de las declaraciones consideradas:

  • Los edulcorantes de bajas calorías y la ingesta de energía: “El nivel de dulzura no es un predictor confiable de la densidad energética”, por lo tanto, se absuelve a los edulcorantes de bajas calorías de la acusación de interferir en el control de la ingesta de energía.
  • Los edulcorantes de bajas calorías y el antojo de dulces: Se indica en estudios que el consumo de bebidas que contienen edulcorantes de bajas calorías no aumenta la ingesta de energía en comparación con tomar agua y puede tener la ventaja, hasta cierto punto, de satisfacer el antojo de dulces cuando se consumen poco antes de una comida o con una comida.
  • Los edulcorantes de bajas calorías y la sobrecompensación: “Hay poca evidencia de compensación consciente por el consumo de edulcorantes de bajas calorías”. Cuando se usan comidas de prueba para la ingesta previa, se compensa parcialmente la diferencia en el contenido energético de los edulcorantes de bajas calorías en comparación con el de azúcares.

La conclusión general es que el actual cuerpo de evidencia parece indicar que se puede esperar que los edulcorantes de bajas calorías reduzcan la ingesta general de azúcar y que, como mínimo, cualquier efecto contraproducente de los edulcorantes de bajas calorías quede superado por la compensación incompleta del contenido energético reducido de los alimentos y las bebidas con edulcorantes de bajas calorías.

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